sábado, 28 de marzo de 2009

Un Arbol en el Camino






Hoy frente a la ventana del Gimnasio lo vi. Todo frondoso, todo verde, agitando alegremente sus ramas como unos brazos que se alzan al cielo para expresar gratitud.
En seguida me acordé de la Pilito y esas tardes en que caminábamos por el parque cerca de “Las Carretas” en Santiago.
Realmente aquellos fueron unos días como los que con seguridad inspiraron al Salmista, cuando en el Salmo 23 habla del “valle de sombre de muerte”.
La Lucía Pilar alias “Pilito”, “Piligrosa”, también conocida como LUPIROLO es mi hermanita querida, mi hermanita menor que entonces trataba de consolarme y me decía “tienes que mirar los árboles” “hay que tener un árbol amigo”.




Hoy le encuentro un sentido más trascendente a esas palabras, especialmente porque al hacer una retrospección, me doy cuenta de que en mi vida he tenido más de un “árbol amigo” por ejemplo el “árbol gordo” junto al “árbol flaco”, esos que estaban frente a nuestra casa paterna, la casa feliz de nuestra niñez. Luego el cerezo, mi favorito entre todos los árboles del patio de la casa, ese que me acogía en lo más alto de su follaje, donde me sentía enteramente feliz mirando el horizonte y cantando alguna canción al ritmo que imponía el viento. También estaba el árbol frente a la casa de la tía Purita, en cuyo patio pasábamos tantas horas del día jugando y al caer la tarde la tía Purita nos regalaba algo rico para comer.
Mucho más tarde conocí el árbol que muchas veces visitaba en la pequeña plaza de “El Golf” en Santiago, bajo cuya sobra leía algún libro o lloraba penas de amor.

El Salmo 1 dice en sus primeros versos:
1:1 Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos,

Ni estuvo en camino de pecadores,

Ni en silla de escarnecedores se ha sentado;

1:2 Sino que en la ley de Jehová está su delicia,

Y en su ley medita de día y de noche.

1:3 Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas,

Que da su fruto en su tiempo,Y su hoja no cae;

Y todo lo que hace, prosperará.

La imagen poética de este árbol me recuerda a mi padre, bajo cuya sombra crecimos y nos formamos porque dio “su fruto a su tiempo y su hoja no cae”. Su figura siempre serena se nutría en la vertiente cristalina que habitaba todo su ser.

Ahora me gusta el árbol gordo muy gordo que está en Pucón, a la entrada de la playa grande. Pero más me gusta este, el que me saluda alegremente desde la ventana del tercer piso del gimnasio, porque me permite entrar en la evocación con mi hermanita y me devuelve la serena convicción de que todo está bien porque Dios cuida hasta los más mínimos detalles no sólo de la vida humana sino de cada ser viviente.

Creo que he encontrado un nuevo árbol-amigo.

3 comentarios:

pisstolgirl dijo...

....ehm yo me acuerdo que me decias que habia que tener un arbol amigo y como que nunca pesque mucho hasta antes de llegar a nuestra casa .....
ahora todos los arboles del frente se los llevaron ; incluso el que era mi amigo....los arboles tienen algo, pero no se bien que es....
los arboles de la avenida me caen bien y los arboles que estan de xcamino a nuestra casa tambien........
yo me acuedo que cuando era chica me subia al arbol del patio de la casa de la welita lucia aunque me subia a escondidas poke ella decia que me podia caer
ese arbol me encantaba
era mi maigo ahora que me acuerdo pasaba toda la tarde ahi
comiendo maqui...jiji
sabes que no me habia acordado de eso hasta hoy que te escribo..........
......................
..........
uy como que me fui en la vola ajajajaja
un beso

Celso dijo...

"...el árbol gordo y el flaco...", si, me acuerdo de esos árboles frente a la casa de Santa Rosa. Y un arbolito que encontré arrancado de su suelo y que replanté en el Ñielol. ¿Habra crecido? Afortunadamente siempre he tenido árboles a mi alrrededor y una especie de "gusto vegetal" por lo verde y natural. Miro a mi derecha y veo un larguirucho palto que roza mi ventana y en la de la izquierda un enorme pino vecino. Al menos eso de "plantar un árbol" lo he hecho. Alguien me dijo que tenía "green fingers" por la facilidad con que brota lo que planto. ¿Será un don? Lindo don si lo es, cuando se los ve florecer, que es "...un modo de amar que tiene la madera...". Y asi, de rama en rama me voy hasta la infancia, con caramelos en los bolsillos, y un libro en las manos, arriba de un aromo, meciéndome al viento del verano. ¡Que viaje! Gracias C. por dar el impulso con tu nota, muy linda. Saludos cariñosos...
W.

Anónimo dijo...

Tu comentario me ha permitido mirar hacia atrás y ver como todo va cambiando, los escenarios, las ideas y... los árboles.
De los árboles de la niñez, aquellos que abrazamos como refugio, quizás sólo viven en la memoria. Lo interesante es que siempre se puede "plantar" otro árbol
Me gustan los aromos porque son de los primeros en anunciar la primavera.

Muchas gracias W por tu visita.
Que gusto saber que estás allí!!!

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