lunes, 26 de diciembre de 2011

El Delantal


En familia - Donna Green


Grandma's Apron
Tina Trivett

The strings were tied, It was freshly washed, and maybe even pressed.
For Grandma, it was everyday to choose one when she dressed.
The simple apron that it was, you would never think about;
the things she used it for, that made it look worn out.

She may have used it to hold, some wildflowers that she'd found.
Or to hide a crying child's face, when a stranger came around.
Imagine all the little tears that were wiped with just that cloth.
Or it became a potholder to serve some chicken broth.

She probably carried kindling to stoke the kitchen fire.
To hold a load of laundry, or to wipe the clothesline wire.
When canning all her vegetables, it was used to wipe her brow.
You never know, she might have used it to shoo flies from the cow.

She might have carried eggs in from the chicken coop outside.
Whatever chore she used it for, she did them all with pride.
When Grandma went to heaven, God said she now could rest.
I'm sure the apron that she chose, was her Sunday best.

I miss you Grandma...



El Delantal
Versión de Celso Winter Soto

¿Quién inventó el delantal de las madres y las abuelas?  Desde nuestra memoria personal y más atrás, a través de la habilidad del fotógrafo o del pincel del artista, sabemos que esta prenda ha acompañado el quehacer de infinitas mujeres, valiéndose de él para los mas variados usos.  Evidentemente, la primera finalidad del delantal era proteger la ropa que estaba debajo, pero un poco de observación nos revela lo multifacética que podía llegar a ser esta simple pieza de vestir. 
El delantal era un refugio contra cualquier peligro. Una fortaleza inexpugnable cuando un miedo infantil acechaba. Las lágrimas, las caritas sucias y hasta las narices encontraban allí fiel acogida.
El delantal avivaba el fuego en la estufa, agarraba el asa del sartén caliente, traía los huevos desde el gallinero, las verduras desde la huerta y las frutas de la arboleda.  Llevaba el trigo a la hora de dar de comer a las aves del corral y volvía con los polluelos perdidos.  Cuan mágica varita, era capaz de dejar resplandecientes los muebles en un santiamén cuando alguna visita inesperada aparecía por el camino.  En los días de lavado se humedecía con lavazas y secaba las manos cansadas, que volaban a atender otra labor, siempre importante.  De su profundo bolsillo marsupial,  salía el pañuelo de pequeñas flores bordadas, el caramelo que premiaba el primer dibujo o la tarea terminada, las llaves que nadie mas encontraba, el pinche que sujetaba el cabello rebelde y la pomada que sanaba la rodilla lastimada.  El milagroso delantal sacaba del horno la lata repleta de galletas olorosas, las mismas que eran depositadas junto a la ventana, (prohibido comerlas calientes pues “hacen mal para la guatita”). 
Aquel delantal, de a poco, ha cedido su lugar, pero difícilmente se inventará algo de tan variados usos; llevando en sus pliegues los recuerdos de la infancia, los milagros cotidianos, las caricias filiales, las horas de cuentos junto a la lumbre, los desvelos junto a la cama del enfermo, el bordado en las noches de invierno y la canción de cuna.  
Si en algún rincón encontráis ese viejo delantal, ponedlo en lugar señero como un homenaje, un sencillo monumento a aquella mujer inolvidable... 



The Absent One On All Soul's Day -  Walter Mac Ewen

Grandmother and child - Walter Mac Ewen

Granny's kitchen - David Sheherd

Grandmother's Birthday - Philip Leslie Hale

Here's Granny - George Smith

The Teachings Of My Grandmother - Howard Terpning


Dedicado a todas las madres y abuelas de nuestra generación; La generación  de El Delantal

6 comentarios:

Jaime dijo...

Yo soy de esa generación, siempre vi a mi madre y a mi abuela con delantal, es así, como dice el poema, servía para todo menester.
Yo también lo usaba, primero el del colegio y al llegar a casa, como había jornada de tarde, debía usar un delantal para proteger el uniforme.
Las pinturas son hermosas y el texto de tu amigo, muy certero.
¡Qué nostalgia!
Un abrazo amiga.

edelia sanz dijo...

Qué precioso recuerdo "al delantal". Muchas cosas y magníficamente dicha le dedica Celso Winter.
En los pueblos pequeñitos y alejados de las grandes urbes todavía se ven señoras que lucen orgullosas su delantal como prenda insustituible.
Hay que ver cómo a veces las cosas insignificantes son utilísimas para multitud de cosas.
Un abrazo, amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Jaime, es un agrado darte la bienvenida a mi espacio.
El poema de Tina Trivett ha dado lugar a unas 10 versiones distintas de "El Delantal", las que circulan por la web. Eso es un indicador de la fuerza de las imágenes que nos permite evocar y también de cuánto amor sembraron a su alrededor nuestras benditas abuelas.

Gracias por tu comentario y por compartir esos detalles de tu niñez. (mis hermanas y yo usábamos delantales blancos, almidonados!)

Un abrazo, Jaime!

Anónimo dijo...

Me equivoqué Clarissa, Jaime soy yo, Beatriz de Sureando, te comenté con el mail de mi hijo.
Perdona.

Clarissa Rodriguez dijo...

Edelia, te encuentro mucha razón. El texto del Sr. W, sin ser una traducción del poema original, expresa con la fuerza de una vivencia personal, lo que realmente ocurría en la gran casa familiar.

Hoy quizás hasta sería mal visto, desde el punto de vista de la higiene, que alguien usara una prenda "todo terreno", en nuestras tan "pulcras" y pequeñas cocinas.

Un abrazo querida amiga!

Clarissa Rodriguez dijo...

Beatriz!!!!
Querida amiga, me ha dado mucha risa la situación.

Gracias por tu comentario y por la aclaración.

Un abrazo!

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