En estos días cuando el individualismo y la competitividad marcan las relaciones interpersonales es bueno detenerse a considerar la posibilidad de pensar de a dos. El compañero, el amigo. Alguien con quien compartir el eco de la palabra hablada, la sintonía, la concordancia, la ternura, la búsqueda y el camino.
Escultura de Virginio Arias - MBA Santiago de Chile |
Cada persona es única, especial y singular. Según el relato del Génesis Dios miró toda su obra y todo lo calificó como bueno.
En esa escena perfecta hubo sólo una cosa que Dios encontró “no bueno”.
El dijo “no es bueno que el hombre esté solo” (cf. Gén. 2:18)
Esta idea aparece nuevamente en Eclesiastés (cf. Ecl. 4:9-12 NVI)
"Más valen dos que uno,
porque obtienen más fruto de su esfuerzo.
Si caen, el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae
y no tiene quien lo levante!
Si dos se acuestan juntos,
entrarán en calor;
uno solo ¿cómo va a calentarse?
Uno solo puede ser vencido,
pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos
no se rompe fácilmente!"
porque obtienen más fruto de su esfuerzo.
Si caen, el uno levanta al otro.
¡Ay del que cae
y no tiene quien lo levante!
Si dos se acuestan juntos,
entrarán en calor;
uno solo ¿cómo va a calentarse?
Uno solo puede ser vencido,
pero dos pueden resistir.
¡La cuerda de tres hilos
no se rompe fácilmente!"
Encontrar un amigo es encontrar un tesoro.
Es el interlocutor válido
el compañero y camarada,
el espejo,
un partner
Cuando Dios diseñó la pareja humana le dio significación al verbo compartir. Allí tiene su origen la cálida sencillez de la compañía, la riqueza que yace en las cosas cotidianas que van construyendo y dando forma, paso a paso, a la convivencia.
Comprender esto creo que es aprender a vivir y convivir en el respeto y aceptación de nuestra sagrada naturaleza humana.
“El hombre que tiene amigos, ha de mostrarse amigo: Y amigos hay más unidos que un hermano”. (cf.Prov. 18:24)
2 comentarios:
Preciosa tu exposición sobre "compartir".
Hace algún tiempo lei un libro muy interesante, en el que su autor ( José A. Garcia Monge) dedicaba un capítulo a este concepto.
Decía, entre otras cosas. "Es difícil,casi imposible,ser maduro si no vamos configurando en nuestra persona la actitud y la conducta derivadas de compartir en la vida....
Compartir conlleva comprobar que lo más auténticamente mio es lo que soy capaz de dar.Es lograr tener algo sin que algo me tenga a mi....
Se puede compartir casi todo: tiempo, dinero, saberes, salud, juego, escucha, energía, trabajo...
Compartir no es sólo dar, sino dejar que el otro y sus necesidades entren en mi vida, me salven de lo que poseo y me hagan más pobre en el tener para enriquecerme en el ser...
Compartir no equivale a dar de lo mío, sino a darse en lo mío hecho nuestro...."
Gracias, bonita, por hacerme recordar estas cosas que, a veces, se olvidan.
Un abrazo en la distancia.
Gracias mi querida Edelia por tu grata visita.
Mi texto ha quedado enriquecido con tu comentario lo cual es coherente con los tópicos que tratamos.
Este fluir de ideas y vivencias va construyendo esa tercera persona plural tan hermosa que habita este espacio: el Nosotros. Desde “nosotros” podemos conjugar todos los verbos de la amistad, traspasando todas las limitaciones tan obvias que imponen las distancias.
El autor que mencionas sólo lo conozco desde el ámbito de la Teología pero me interiorizaré.
Gracias nuevamente por tus siempre generosos aportes.
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