EN UNA FRÍA MAÑANA GRIS
Thomas Merton
Mañana dulce, gris y lluviosa
La nieve se derrite
Alejado de cualquier afecto
Siento al menos el cálido deseo de ti.
Apenado por el día ceniciento
Me alejo de todo pensamiento
Y sólo contemplo
Una íntima luz
El común anhelo
De nuestra mutua presencia
Antorcha encendida
Y sosegada para nosotros
En la húmeda noche
Que alumbra mi desconocido desierto
Yo mismo soy
La celda interior del amor
Donde vivo feliz de ser un prisionero
Desde que estoy contigo.
Mientras, tú retornas del sueño en la lluvia distante
Contemplando quizás el río oscuro
Con una visión indefinida
Todavía colmada de ilusiones
Y piensas en mí y en mis colinas
Y te despiertas en mí, mi vida,
Estamos más cerca de lo que imaginamos
El amor tiene su propio lugar
Más inmediato a ti que la montaña o la ciudad
Más que tu mismo espejo
Amaneces en otra habitación
Y el lecho donde dormiste
Es un nido en mi corazón.
En un artículo titulado As Man to Man (De hombre a hombre), publicado en 1969 en Cistercian Studies, Merton escribió… “es el amor de mi amante, mi hermano o mi hijo que ve a Dios en mí, el que hace que yo crea en Dios dentro de mí. Y es mi amor por mi amante, mi hijo, mi hermano el que me capacita para mostrarles al Dios que habita dentro de ellos. El amor es la epifanía de Dios en nuestra pobreza”.
De Thomas Merton
Monje trapense, considerado estadounidense
(Prades, Francia, 1915 - Bangkok, 1968)
Su viaje espiritual lo vivió con gran honestidad y en permanente búsqueda
Su poesía romántica es menos conocida, quizás porque sus diarios íntimos y poemas fueron publicados en forma póstuma, tal como fue su deseo. Estos poemas de amor fueron escritos, todos, en 1966 y dedicados a su enfermera, Margie, en el hospital de Louisville, durante su convalecencia, tras una operación de espalda llevada a cabo el 25 de marzo de 1966.
Merton, diría: “No puedo considerar esto como "sólo un episodio". Es un evento profundo en mi vida, uno que se ha introducido hondamente en mi corazón para alterar y transformar todo mi pensamiento y experiencia: porque en ella, ahora me doy cuenta, he encontrado algo, alguien, que había estado buscando toda mi vida”
La vivencia de este amor supuso una crisis en su vida, pero también lo preparó para un cambio profundo de todo su ser. Lo condujo a la búsqueda de una integración de todas las diferentes facetas de su persona: contemplativa, creativa, y humana.
Me ha sorprendió conocer la larga lista de escritores con la que mantenía contacto. En esta lista están, entre otros, Ernesto Cardenal, Henry Miller, Victoria Ocampo y el muy chileno Nicanor Parra.
El Logos
El escritor Ernesto Cardenal ha dicho que el propio Merton solía afirmar que “su poesía sonaba mejor en la traducción al español que en inglés” Estas palabras nos inducen a pensar que no sólo era partidario de la traducción, (el mismo fue traductor de innumerables poetas contemporáneos) sino que, incluso, consideraba que allí había una especie de superación del texto.
Quizás, Merton adhería a aquella idea de que existe un Logos universal que es el que proporciona sentido a todo discurso.
Gracias a aquellos que comparten esta creencia, es que hoy tenemos acceso a la riqueza de los textos de Thomas Merton, un hombre admirable.
"Esta gracia especial le unía al destello divino del Espíritu:
”el ser verdadero” daba vida a su estilo como autor,
confiriendo a sus escritos el poder despertar
el mismo anhelo espiritual, en los corazones de
sus lectores”
(Henry Nowen)
pinturas de Marc Chagall
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