martes, 30 de noviembre de 2010

El Mensaje de los Pastores

Señora doña María
yo vengo de allá muy lejos
y a su Niñito le traigo
un parcito de conejos.


Zapallos le traigo papas araucanas,
harina tostada pa´ la pobre Ana.
Recados le manda mi taita y mi mama
la doña Josefa y la tía Juana.


Senorá Doñá María
cogollito de cedrón
consiga con su Niñito
que nos de la salvación.

Zapallos le traigo, papas araucanas,
harina tostada pa´ la pobre Ana.
Recados le manda mi taita y mi mama
la doña Josefa y la tía Juana.
(tonada de la tradición chilena)



Adoración de los Pastores de Bartolomé Esteban Murillo


De Soliloquios de Belén - Giovanni Papini
EL PASTOR QUE SE HA QUEDADO ATRÁS 

¡Qué furia, mis compañeros apenas han hablado con aquellos jóvenes desconocidos! Yo soy más viejo, y no puedo correr como ellos, pero, en compensación, conozco el mundo un poco mejor que ellos.
¿Quiénes serán aquellos luminosos? Aquí en el pueblo nunca los habíamos visto. Deben de ser forasteros y de los forasteros hay que fiarse hasta un cierto punto. Ponerlos a prueba, interrogarlos… No, señor, mis compañeros, en seguida, a las primeras palabras, han levantado los brazos como alas y han salido corriendo como el viento.
A decir verdad, aquellos hombres no parecían ni hombres como nosotros. Tenían la cara y los vestidos iluminados, sin que pudiera entender de dónde venía la luz. No se llevaban linternas, el fuego estaba apagado y luna no hay. Y, sin embargo, parecía que tuvieran delante un fuego más que ardiente. Podrían ser espíritus del Señor, pero también podrían ser fantasmas o, peor todavía, demonios que ruedan de noche.
En cambio, estos cabreros se han quedado allí, con la boca abierta, escuchando, y se lo han tragado todo en seguida. ¿Y que han sabido? Que allá abajo, en aquella gruta, ha nacido un Rey. Pero, por lo que he aprendido en los setenta años que hace que estoy en el mundo, los reyes nacen en los palacios de las ciudades y no en las cuadras, en medio de las porquerías de los animales.
Y parece ser que este Rey desciende nada menos que de David y es Hijo de Dios. Pero nuestro Adonai, que yo sepa, no tiene hijos: es el Señor único, creador del cielo y de la tierra y no hay otros dioses fuera de Él. En cuanto a la familia de David, después de mil años y pico, mucho me temo que no quede de ella en la tierra ni sombra. Y ésos corren, como locos perseguidos, para ir a ver el milagro. Sin embargo, también yo quiero ir allá abajo: nunca se sabe…

autor: Steve Hanks
Me encanta leer el relato del Evangelio, cuando los ángeles le dieron la noticia a los pastores. Dios envía a sus mensajeros especiales a gente tan sencilla y lo primero que dicen es “no temáis”. 
¡Esa frase me encanta!
Quiero pensar que viene del corazón mismo de Dios, lleno de compasión por la humanidad entera. Es una frase que tiene la fuerza del emocionar humano. Es como un ungüento suave en una herida antigua.   
El nacimiento del Niño Dios vino a echar fuera el temor.


En el diálogo de Dios con el hombre, ese que partió en el Edén, el hombre le dice “tuve miedo y me escondí”. 
Ahora Dios dice: “no temáis” y trae este pequeño Niño, este nuevo hombre que representa la esperanza, la vida nueva, la expresión más concreta del amor sublime y total.
Aun hoy resuena ese "no temáis"

“No temáis, pues os anuncio una gran alegría, que lo será para todo el pueblo:
 os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un salvador, que es el Cristo Señor
(Evangelio según San Lucas)

2 comentarios:

Edelia's Club dijo...

Gracias,amiga. Es admirable cómo vives El Adviento. Con los Soliloquios de Belén y tus comentarios que los acompañan, ayudas a quienes te leemos a que lo vivamos también.
Me haces bien, gracias nuevamente. Tu luz alumbra....
Un abrazo en la distancia.

Con Claridad dijo...

Se que hay un importante grupo de personas que no comparten nuestra fe cristiana y la verdad es que es muy respetable.
Aun así este es un tiempo especial y creo que vale la pena algo de reflexión. Lo que no está en duda es que Jesús existió. Sus enseñanzas y el modelo de vida que El propone esta en la base de nuestra moral y nuestra cultura.

Querida Edelia, gracias por tus cariñosas palabras. Las recibo con humildad. Me desafían a dar lo mejor de mi misma.
Te envío un gran abrazo

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