viernes, 3 de febrero de 2012

Canción de la Sangre


Henry Raymond Thompson


CANCIÓN DE LA SANGRE
Gabriela Mistral

Duerme, mi sangre única
que así te doblaste,
vida mía, que se mece
en rama de sangre.


Musgo de los sueños míos
en que te cuajaste,
duerme así, con tus sabores
de leche y de sangre.


Hijo mío, todavía
sin piñas ni agaves,
y volteando en mi pecho
granadas de sangre,


sin sangre tuya, latiendo
de las que tomaste,
durmiendo así tan completo
de leche y de sangre.


Cristal dando unos trasluces
y luces, de sangre;
fanal que alumbra y me alumbra
con mi propia sangre.


Mi semillón soterrado
que te levantaste;
estandarte en que se para
y cae mi sangre;


camina, se aleja y vuelve
a recuperarme.
Juega con la duna, echa
sombra y es mi sangre.


¡En la noche, si me pierde,
lo trae mi sangre!
¡Y en la noche, si lo pierdo,
lo hallo por su sangre!

Pablo Picasso
Diane Ethier
Pierre Mignard

Jean Dupas

Raffaele Faccioli


Alexis Marie Lahaye

Luke Martineau


Isabel Hojas

Julius Gari Melchers

Jessie Willcox Smith


Gustav Klimt


Olga Boznanska


Enrico Accatino


Charles Webster Hawthorne


Enoch Wood Perry


Charles Dana Gibson




"Canción de la Sangre" de Gabriela Mistral
De su libro "Ternura"

El siguiente texto es un fragmento de un ensayo, también  de Gabriela Mistral,  relacionado con Canciones de Cuna y Rondas
El género de la canción de cuna en cuanto a cosa que la madre se regala a sí misma y no al niño que nada puede entender:
(…)

La mujer es quien más canta en este mundo, pero ella aparece tan poco creadora en la historia de la música que casi la recorre de labios sellados. Me intrigó siempre nuestra esterilidad para producir ritmos y disciplinarlos en la canción, siendo que los criollos vivimos punzados de ritmos y los coge y compone hasta el niño.
¿Por qué las mujeres nos hemos atrevido con la poesía y no con la música? ¿Por qué hemos optado por la palabra, expresión más grave de consecuencias y cargada de lo conceptual, que no es reino nuestro?
Hurgando en esta aridez para la creación musical, caí en la isla de las canciones de cuna. Seguramente los “arrullos” primarios, los folclóricos que son los óptimos, salieron de pobrecitas mujeres ayunas de todo arte y ciencia melódicos. Las primeras Evas comenzaron por mecer a secas, con las rodillas o la cuna; luego se dieron cuenta que el vaivén adormece más subrayado por el rumor; este rumor no iría más lejos que el run-run de los labios cerrados.
Pero pronto le vino a la madre un antojo de palabras enderezadas al niño y a sí misma. Porque las mujeres no podemos quedar mucho tiempo pasivas, aunque se hable de nuestro sedentarismo, y menos callarnos por años. La madre buscó y encontró, pues, una manera de hablar consigo misma, meciendo al hijo, y además comadreando con él, y por añadidura con la noche, “que es cosa viva”. 


6 comentarios:

Beatrice dijo...

Yo pienso que Gabriela fue en verdad madre y por culpa de la época en que vivió, se vió forzada a negar su maternidad. Estos poemas al hijo, a las madres sólo son frutos e inspiración de alguien que ha sentido en su seno el instinto maternal.
Pobre Gabriela y su adorado y perdido Yin Yin.

Clarissa Rodriguez dijo...

Hola Beatriz!
Cuando estaba transcribiendo el texto del poema pensaba esto que tu comentas. Porque esta "Canción de la Sangre" parece escrita desde las mismas entrañas de una madre.

Por otra parte, qué alegría es poder disfrutar de la maternidad; de ese lazo sagrado que nos une, toda la vida, a nuestros hijos, sin importar donde se encuentren.

Un abrazo, querida Beatriz

edelia sanz dijo...

Qué razón tiene Gabriela Mistral. Las madres no sólo cantan con los labios, también saben cantar con el contacto, con la cercanía, con la mirada, con el susurro...
¡Cuánto sabemos las madres de eso cuando mecemos entre los brazos a nuestros hijos!
Hay mudos lenguajes que dicen tantísimo....
Un abrazo, amiga.

Clarissa Rodriguez dijo...

Tienes mucha razón querida Edelia. Yo me acuerdo que, siendo niños, muchísimas veces me bastaba saber que mi mamá estaba en la casa para sentir que todo estaba bien. A pesar de ser tantos hermanos ella siempre tenía algo especial, un gesto, un mimo o una palabra para cada uno de sus hijos.

También le encuentro razón a Gabriela en el sentido que las canciones de cuna son palabras, frases que "la madre buscó y encontró" como una manera "de hablar consigo misma, meciendo al hijo". Una manera de ahuyentar sus propios temores y ansiedades para entrar en el sosiego y la calma en medio de la noche.

Un abrazo, amiga querida.

Iris dijo...

Hola, te mando un saludo!

Anónimo dijo...

cual seria el analisis de este poema

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