Adeste fideles, laeti triumphantes
Venite, venite in Bethlehem
Natum videte, regem angelorum
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
En grege relicto, humiles ad cunas,
vocati pastores approperant.
Et nos ovanti gradum festinemus.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Aeterni Parentis splendorem aeternum,
Velatum sub carne videbimus
Deum Infantem, pannis involutum.
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum.
Pro nobis egenum et foeno cubantem,
Piis foveamus amplexibus:
Sic nos amantem quis non redamaret?
Venite adoremus, venite adoremus
Venite adoremus Dominum
Venid, fieles todos; a Belén marchemos,
De gozo triunfantes, henchidos de amor,
De gozo triunfantes, henchidos de amor,
Y al Rey de los cielos humilde veremos:
CORO
Venid, adoremos, venid adoremos,
venid adoremos a Cristo el Señor.
El, que es Hijo eterno del eterno Padre,
Y Dios verdadero que al mundo creó,
Y Dios verdadero que al mundo creó,
Al seno virgíneo bajó de una madre :
En pobre pesebre yace reclinado,
Al hombre ofreciendo eternal salvación,
Al hombre ofreciendo eternal salvación,
El Santo Mesías, el Verbo humanado:
Cantad jubilosas, célicas criaturas;
Resuenen los cielos con vuestra canción:
Resuenen los cielos con vuestra canción:
¡Al Dios bondadoso gloria en las alturas!
Jesús, celebramos tu bendito nombre
Con himnos solemnes dé grato loor;
Con himnos solemnes dé grato loor;
Por siglos eternos adórate el hombre.
Los villancicos, tal como hemos comentado antes con mi amiga Edelia, son expresiones populares antiguas. Nacieron en las villas y villorrios en forma espontánea. Por esta misma razón poseen un lenguaje cotidiano, muchas veces rudo y localista pero lleno de sentimiento y emoción. Con el paso del tiempo se fueron convirtiendo en melodías universales, sazonadas con ingredientes particulares o adaptaciones idiomáticas. Todo esto con un sólo propósito: adorar al Niño Dios.
En mi experiencia de vida, estos cantos tan “entrañables” (no puede haber un adjetivo más adecuado) son parte de los recuerdos más felices de mi infancia. Muchas veces en esta época del año nos reuníamos alrededor de mi madre (somos 8 hermanos) y a la luz de las velas, cantábamos… Luego estaban esos manjares que ella misma preparaba, cuyos olores tan reconocibles, aun me conmueven. (Reconozco que hoy, por muchas razones, entre ellas por un sentido de autocrítica, prefiero escuchar villancicos y recordarlos aquí...!)
La humilde familia de Belén, en cuyo seno estaba aquel corazón humano pequeñito latiendo de amor por la humanidad, aun hoy nos convoca y nos desafía a buscar, entender y vivir nuestra cotidianeidad, con un sentido de trascendencia espiritual.
1 comentario:
Cada villancico me recuerda un lugar, una época de mi vida, unas personas a mi alrededor....
A veces, son recuerdos tan entrañables, te calan tan hondo, me dejanron tan imborrable huella... que me hacen lanzar un suspiro profundo para volver al aquí, al ahora.
Me parecen siempre palabras dulces,tiernas, amorosas, lanzadas al Dios del Amor.
¡Un abrazo y de fondo un villancico!
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