Fiona Phillips sitio |
Oda a una Lavandera
Pablo Neruda
Desde el jardín, en lo alto,
miré la lavandera
Era de noche.
Lavaba, refregaba,
sacudía,
un segundo sus manos
brillaban en la espuma,
luego
caían en la sombra,
Desde arriba
a la luz de la vela
era en la noche única
viviente,
lo único que vivía:
aquello
sacudiéndose
en la espuma, los brazos en la ropa,
el movimiento,
la incansable energía:
va y viene
el movimiento,
cayendo y levantándose
con precisión celeste,
van y vienen
las manos sumergidas,
las manos, viejas manos
que lavan en la noche,
hasta tarde, en la noche,
que lavan
ropa ajena,
que sacan en el agua
la huella
del trabajo
la mancha
de los cuerpos,
el recuerdo impregnado
de los pies que anduvieron,
las camisas
cansadas,
los calzones
marchitos,
lava
y lava,
de noche.
La nocturna
lavandera
a veces
levantaba
la cabeza
y ardían en su pelo
las estrellas
porque
la sombra
confundía
su cabeza
y era la noche, el cielo
de la noche
la cabellera
de la lavandera,
y su vela
un astro
diminuto
que encendía
sus manos
que alzaban
y movían
la ropa,
subiendo
descendiendo,
enarbolando
el aire, el agua,
el jabón vivo,
la magnética espuma.
miré la lavandera
Era de noche.
Lavaba, refregaba,
sacudía,
un segundo sus manos
brillaban en la espuma,
luego
caían en la sombra,
Desde arriba
a la luz de la vela
era en la noche única
viviente,
lo único que vivía:
aquello
sacudiéndose
en la espuma, los brazos en la ropa,
el movimiento,
la incansable energía:
va y viene
el movimiento,
cayendo y levantándose
con precisión celeste,
van y vienen
las manos sumergidas,
las manos, viejas manos
que lavan en la noche,
hasta tarde, en la noche,
que lavan
ropa ajena,
que sacan en el agua
la huella
del trabajo
la mancha
de los cuerpos,
el recuerdo impregnado
de los pies que anduvieron,
las camisas
cansadas,
los calzones
marchitos,
lava
y lava,
de noche.
La nocturna
lavandera
a veces
levantaba
la cabeza
y ardían en su pelo
las estrellas
porque
la sombra
confundía
su cabeza
y era la noche, el cielo
de la noche
la cabellera
de la lavandera,
y su vela
un astro
diminuto
que encendía
sus manos
que alzaban
y movían
la ropa,
subiendo
descendiendo,
enarbolando
el aire, el agua,
el jabón vivo,
la magnética espuma.
Fragmento de " Oda a una Lavandera Nocturna".
Pablo Neruda dedicó este poema a Doña Marta Morales Ponce.
Incluído en sus "Nuevas Odas Elementales" -1956
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Evgeniy Monahov referencia |
A una Lavandera
Este tema ya lo había tocado en un "Día de Lavado"
Hoy con un poco más de distancia y leyendo el poema de
Neruda, creo que aquellas mujeres se merecen más que un homenaje;
merecen toda admiración, respeto y cariño.
Con toda seguridad se trata de una mujer pobre, pero no es la "pobre lavandera".
Es una persona con sentido de la dignidad y con el coraje suficiente para
"lavar" y "tender" junto al cielo su corazón.
Ella, como dice Neruda:
"...levantaba
la cabeza
y ardían en su pelo
las estrellas"
2 comentarios:
Clarissa, si supieras el bien que me hace leerte, es como un bálsamo para mi alma. Me encanta todo lo que nos dejas, y muchas veces me emociono. Gracias, querida amiga.
He leído todo lo anterior, y por eso te lo digo, por esta entrada de la lavandera y por todo lo anterior. Hay que venir con calma para leer, es una riqueza inmensa.
Los salmos y "con claridad" se encuentran en perfecta conjunción. Lo siento siempre cuando llego.
Gracias por los enlaces, me encantan y la poesía de Juana de Ibarbourou, cada vez más...¡feliz otoño!, mi estación favorita, los matices del otoño son insondables...
Un beso, con todo mi cariño.
Rosita, gracias querida amiga por tus palabras, que me alegran el alma.
Que esta primavera sea muy primorosa y florida para ti, junto a los tuyos. Nosotros disfrutaremos nuestro otoño dorado.
Un beso y un abrazo
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