viernes, 29 de marzo de 2013

El Cristo de Velázquez

"...el más hermoso
de los hijos de los hombres"
Salmo 45: 2


El Cristo de Velázquez
Miguel de Unamuno

¿En qué piensas Tú, muerto, Cristo mío?
¿Por qué ese velo de cerrada noche
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno cae sobre tu frente?
Miras dentro de Ti, donde está el reino
de Dios; dentro de Ti, donde alborea
el sol eterno de las almas vivas.
Blanco tu cuerpo está como el espejo
del padre de la luz, del sol vivífico;
blanco tu cuerpo al modo de la luna
que muerta ronda en torno de su madre
nuestra cansada vagabunda tierra;
blanco tu cuerpo está como la hostia
del cielo de la noche soberana,
de ese cielo tan negro como el velo
de tu abundosa cabellera negra
de nazareno.
Que eres, Cristo, el único
hombre que sucumbió de pleno grado,
triunfador de la muerte, que a la vida
por Ti quedó encumbrada. Desde entonces
por Ti nos vivifica esa tu muerte,
por Ti la muerte se ha hecho nuestra madre,
por Ti la muerte es el amparo dulce
que azucara amargores de la vida;
por Ti, el Hombre muerto que no muere
blanco cual luna de la noche. Es sueño,
Cristo, la vida y es la muerte vela.
Mientras la tierra sueña solitaria,
vela la blanca luna; vela el Hombre
desde su cruz, mientras los hombres sueñan;
vela el Hombre sin sangre, el Hombre blanco
como la luna de la noche negra;
vela el Hombre que dió toda su sangre
por que las gentes sepan que son hombres.
Tú salvaste a la muerte. Abres tus brazos
a la noche, que es negra y muy hermosa,
porque el sol de la vida la ha mirado
con sus ojos de fuego: que a la noche
morena la hizo el sol y tan hermosa.
Y es hermosa la luna solitaria,
la blanca luna en la estrellada noche
negra cual la abundosa cabellera
negra del nazareno. Blanca luna
como el cuerpo del Hombre en cruz, espejo
del sol de vida, del que nunca muere.
Los rayos, Maestro, de tu suave lumbre
nos guían en la noche de este mundo
ungiéndonos con la esperanza recia
de un día eterno. Noche cariñosa,
¡oh noche, madre de los blandos sueños,
madre de la esperanza, dulce Noche,
noche oscura del alma, eres nodriza
de la esperanza en Cristo salvador!


El Cristo de Velázquez, 1920; I Parte, fragmento IV
Miguel de Unamuno





El poema está inspirado en la 

4 comentarios:

Eva Ferrer dijo...

Ayer lo tuve cerca de mí, el viento agitaba esa hermosa cabellera negra de nazareno, y me hizo mirarme hacia dentro.
Un abrazo, mi querida amiga.

Rosa dijo...

Me encanta, Clarissa.

Aquí todo invita a rezar, hay imágenes por todas partes, el pueblo se vuelca con el Nazareno.
Me emociona ver tanta piedad, aunque este año la lluvia nos ha dejado sin procesionar muchos pasos.

¡Feliz Pascua, querida amiga!

Clarissa Rodriguez dijo...

Es difícil no detenerse ante la belleza del este "Cristo crucificado" de Velázquez.
La piedad del pintor se manifiesta en ese cuerpo humano hermoso, limpio de las huellas del padecimiento que está sufriendo, y sobre todo, luminoso, como traspasado de santa eternidad. Está solo, con una soledad abrumadora, frente a los ojos del pintor y hoy frente a nuestros ojos; su cabellera sobre el rostro, tal vez para ocultar el dolor y el abandono que siente. Mudo, silencioso, pero a la vez imponente y majestuoso; no podemos menos que pensar realmente es el Hijo de Dios.

Gracias queridas amigas por la visita.

Eva, querida amiga, la cruz de Cristo siempre nos conduce hacia el auto-examen...

Rosita querida, aun tenemos que celebrar la gloriosa Resurrección

Un gran abrazo a ambas.

Clarissa Rodriguez dijo...

El poeta Ángel González, al igual que Unamuno, no pudo quedar indiferente ante la belleza de la obra de Velázquez.
González dice:

Un piadoso pincel lavó con leves
algodones de luz tu carne herida,
y otra vez la apariencia de la vida
a florecer sobre tu piel se atreve.


Al parecer Ángel González mira a Cristo con emoción, pero esa emoción no alcanza para vencer la muerte.

Gracias a Dios, tenemos certeza de que Cristo se levantó de entre los muertos y su Resurrección gloriosa es nuestra esperanza de Vida.

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