Manuscrito
en una botella
Pablo
Antonio Cuadra
Yo había mirado los cocoteros y los
tamarindos
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
el humo del desayuno sobre el cielo
del amanecer
y los peces saltando en la atarraya
y una muchacha vestida de rojo
que bajaba a la playa y subía con el cántaro
y pasaba detrás de la arboleda
y aparecía y desaparecía
y durante mucho tiempo
yo no podía navegar sin esa imagen
de la muchacha vestida de rojo
y los cocoteros y los tamarindos y los mangos
me parecía que sólo existían
porque ella existía
y las velas blancas sólo eran blancas
cuando ella se reclinaba
con su vestido rojo y el humo era celeste
y felices los peces y los reflejos de los peces
y durante mucho tiempo quise escribir un poema
sobre esa muchacha vestida de rojo
y no encontraba el modo de describir
aquella extraña cosa que me fascinaba
y cuando se lo contaba a mis amigos se reían
pero cuando navegaba y volvía
siempre pasaba por la isla de la muchacha de vestido rojo
hasta que un día entré en la bahía de su isla
y eché el ancla y salté a tierra
y ahora escribo estas líneas y las lanzo a las olas en una botella
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
el humo del desayuno sobre el cielo
del amanecer
y los peces saltando en la atarraya
y una muchacha vestida de rojo
que bajaba a la playa y subía con el cántaro
y pasaba detrás de la arboleda
y aparecía y desaparecía
y durante mucho tiempo
yo no podía navegar sin esa imagen
de la muchacha vestida de rojo
y los cocoteros y los tamarindos y los mangos
me parecía que sólo existían
porque ella existía
y las velas blancas sólo eran blancas
cuando ella se reclinaba
con su vestido rojo y el humo era celeste
y felices los peces y los reflejos de los peces
y durante mucho tiempo quise escribir un poema
sobre esa muchacha vestida de rojo
y no encontraba el modo de describir
aquella extraña cosa que me fascinaba
y cuando se lo contaba a mis amigos se reían
pero cuando navegaba y volvía
siempre pasaba por la isla de la muchacha de vestido rojo
hasta que un día entré en la bahía de su isla
y eché el ancla y salté a tierra
y ahora escribo estas líneas y las lanzo a las olas en una botella
porque ésta es mi historia
porque estoy mirando los cocoteros y los tamarindos
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
y el humo del desayuno sobre el cielo
y pasa el tiempo
y esperamos y esperamos
y gruñimos
y no llega con las mazorcas
la muchacha vestida de rojo.
porque estoy mirando los cocoteros y los tamarindos
y los mangos
las velas blancas secándose al sol
y el humo del desayuno sobre el cielo
y pasa el tiempo
y esperamos y esperamos
y gruñimos
y no llega con las mazorcas
la muchacha vestida de rojo.
Girl in a red dress - Josef Pankiewicz - fuente |
Retrato de madame Cézanne in a red dress Paul Cézanne |
André Kohn - fuente |
Girl with a red hat - Johannes Vermeer |
Portrait of a woman - Alfred Hamacher |
Bourdais - fuente |
The Secret Garden - Frances Hodgson Burnett |
ilustración de Elizabeth Gordon |
4 comentarios:
Una belleza sutil, exótica...adiviné el final del poema Clarisssa, como en las adivinanzas de Elvira.
Hola, Beatriz!
No me sorprende que hayas adivinado el final del poema. Tienes muchas destrezas en este ámbito también.
(¡que entretenido es el blog de Elvira!)
Hay una sutil ironía en este poema que me ha encantado!
Hola, Clarissa.
Me encanta tu selección de cuadros para ilustrar el tema escogido, ¡qué lindo!, ¡qué romántico!
El rojo es mi color.
Gracias por compartir tanta belleza.
Un abrazo con una sonrisa, amiga.
:)
Doña Eñe, realmente eres muy romántica!
El rojo es tu amigo! Eso es muy evidente
Un abrazo, amiga
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