Véante mis ojos
Santa Teresa de Avila
Véante
mis ojos,
dulce
Jesús bueno;
véante
mis ojos,
muérame
yo luego.
Vea
quién quisiere
rosas
y jazmines,
que si
yo te viere,
veré
mil jardines,
flor
de serafines;
Jesús
Nazareno,
véante
mis ojos,
muérame
yo luego.
No
quiero contento,
mi Jesús ausente,
que
todo es tormento
a
quien esto siente;
sólo
me sustente
su
amor y deseo;
dulce Jesús bueno;
véante
mis ojos,
muérame
yo luego.
Presentación de Jesús Niño en el Templo - Greg Olsen |
Simeón con el Niño Jesús en el templo visto por Rembrandt |
Simeón el Justo visto por Alexey Yegorov - 1830-40 |
La presentación en el templo vista por Giotto - 1302 |
ilustración tomada del libro infaltil editado en 1884
“Christkind / sechzehn Aquarellen [Aquarelle] von Paul Mohn”
El
episodio de la presentación de Jesús en el Templo tiene relación con el
cumplimiento de las normas religiosas de su época. Allí se encuentra Simeón, un
anciano que ha esperado toda su vida “la consolación de Israel”.
Según el
relato del Evangelio según San Lucas, era un hombre justo y piadoso. Estas dos características seguramente sobresalían en Simeón ya que no se registran otros detalles de su persona. “Justo”:
revela su carácter hacia los hombres y “piadoso”: es su carácter y su actitud hacia Dios.
Lo
interesante es que en Simeón se aprecia el amor místico que a Teresa de Jesús le llevó a escribir:
dulce Jesús bueno;
véante mis ojos,
muérame yo luego.
Simeón esperó toda su vida este momento y tal es su
emoción que seguramente se irguió, su bastón cayó al suelo, su alma y su cuerpo
se rejuvenecieron al alzar en brazos al Niño Dios. No solamente valió la pena
los días y días de espera, haber superado los tiempos de desesperanza y dudas, sino que además se completó el propósito de su vida. El dice:
Ahora, Señor, despide
a tu siervo en paz,
conforme a tu palabra,
porque han visto mis ojos
tu salvación,
la cual has preparado en presencia
de todos los pueblos
La historia de Simeón me recuerda que Dios no solamente
cumple sus promesas según las Sagradas Escrituras, en cuyo caso se podría
hablar de promesas cósmicas o universales, sino que también cumple los sueños
personales, los anhelos más altos de quienes confían y esperan pacientemente en ÉL.
Presentación de Jesús en el templo - James Tissot 1886-1894 |
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