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Giorgio de Chirico 1888 - 1978 |
Chirico: El Pintor que
Condenó sus Obras Maestras
“Pablo
Picasso y Giorgio de Chirico son las dos figuras que dominan el arte del siglo
XX”, dijo el crítico francés Waldemar George. Pero esto fue dicho hace muchos
años, cuando el español pintaba figuras y naturalezas muertas descompuestas en
cubos, y el italiano sus telas “metafísicas”, que crearon todo un movimiento en
la pintura de la época. Picasso conserva su primacía, y aún hoy, cada cambio en su personalidad de pintor
significa una nueva revolución. Esto no sucede con Chirico. Desde 1910 hasta
1930 pintó sus plazas desiertas, sus maniquíes de palo, sus interiores
inquietantes, creando un mundo de
objetos poéticos en que los surrealistas encontraron una riquísima cantera de
ideas plásticas.
Si
pensamos en los cuadros de aquella época, y en la influencia que ejercieron, no
parece excesivo el juicio de Waldemar George. Pero luego, Chirico sufrió un
cambio definitivo, rechazó sus cuadros “metafísicos” como pintura equivocada y
de mala calidad, dio la espalda a toda pintura de vanguardia, y comenzó a
pintar una serie de cuadros fríos y académicos, basados en el arte del pasado.
Las escuadras abandonadas en plazas, los maniquíes con cabeza oval sentados a
la sombra de una “loggia”, dieron paso a caballos académicos retozando sobre
una playa, a señoritas desnudas, pintadas con la precisión de un Bougereau,
repantigadas en sillones, y a peras, flores, sandías y panes pintados con
precisión gastronómica.
Sin
embargo, sus cuadros “metafísicos” hacen de él una de las figuras básicas de la
pintura moderna. Casi todas ellas se encuentran en colecciones francesas y
americanas, y son cotizadas en millones de liras.
Hace
poco aparecieron en el mercado dos Chirico
de la época valiosa, nadie sabía muy bien de dónde. Un marchand francés
los ofreció a un millonario griego, que como buen negociante que quiere estar
seguro de la calidad de lo que compra, llamó a un experto particular para que
los examinara. Este los encontró inmejorables, pero no podría saber por qué
manos habían pasado los cuadros antes de llegar al marchand que los ofrecía,
que los había obtenido de tal persona, y ésta de tal otra, y ésta a su vez de
una condesa rumana que, según se decía, los había obtenido del pintor mismo ―pero
la condesa rumana había muerto y la genealogía del cuadro se cortaba allí. El
experto investigó más y más, hasta que llegó a la conclusión de que Chirico
jamás había pintado esos cuadros y eran falsificaciones. No se efectuó la
transacción comercial, se evitó el escándalo, pero Chirico pasó a la categoría
de los pintores cuyos cuadros tiene tanto valor que se los llega a falsificar ―como
Rafael, Vermeer y Corot. Este es ya un índice de su prestigio.
Texto de José Donoso - escrito el 7 de junio de 1961
Tomado de "El Escribidor Intruso", editado por la Universidad Diego Portales, Chile
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Las Cónyuges - 1926 |
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Juicio del Adivino - 1913 |
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Primavera de Turin - 1914 |
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El enigma de la llegada y de la tarde - 1912 |
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La angustia de la salida - 1914 |
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El poeta melancólico - 1916 |
Todas las imágenes corresponden a obras
de Giorgio de Chirico
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