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La Golondrina
Juvencio Valle
Con las golondrinas llega la primavera.
Quizá qué gérmenes vitales o polvos
maravillosos se traen bajo el ala, porque
basta la vibración de su presencia en
el aire tibio para que los almendros
florezcan a rabiar. Y los ulmos, las topa-
topas y hasta los tréboles de cuatro
hojas. Azules y blancas, rápidas e inquietas,
nunca se posan en una rama, sino en los
más altos alambres del mundo. Juegan al
volantín con sus cuerpos intranscendentes. Van y vienen por el aire en un
trapecio celeste. Hace tiempo, un poeta
chileno, de cuyo nombre no quiero
acordarme, dijo que la golondrina era un
pedazo de viento que casi se ha
vuelto pájaro. Gustavo Adolfo Bécquer las
fijó por mucho tiempo en un balcón
romántico. Pero ellas no tienen orillas,
son libres, inestables, peregrinas.
Imposible que seres con tanta chispa
adentro puedan mantenerse por mucho
tiempo enclaustradas en un mismo campo,
aunque ése sea literario. Ellas
nacieron para evadirse, para desaparecer
como el rocío o el humo.
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"Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y, otra vez, con el ala a sus cristales
jugando llamarán;
pero aquéllas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha al contemplar,
aquéllas que aprendieron nuestros
nombres...
ésas... ¡no volverán!"
Gustavo Adolfo Bécquer
2 comentarios:
Ayer, al atardecer, una golondrina hacia piruetas veloces recortada contra el cielo azul. Cuando niño, las golondrinas anidaban en el ápice de la casa, justo sobre mi ventana y las veía ir y venir. A veces me despertaban por las mañanas... ¡Que cantidad de recuerdos que no sabía estuvieran ahí! Un auténtico tesoro... Y quien no ha imaginado aquellas "oscuras golondrinas" de Becquer en aquel balcón orlado de madreselvas...
Un beso...
W.-
"Volverán las oscuras golondrinas..."
quizás sean desmemoriadas, pero ¡es tan lindo que vuelvan!
Un gran abrazo, querido amigo
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