"¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es
habitar los hermanos juntos en armonía!"
Libro de Salmos
habitar los hermanos juntos en armonía!"
Libro de Salmos
Alexey Venetsianov 1780 - 1847 |
Hermanos
El
relato bíblico de la historia de los hermanos Caín y Abel, en el Libro de Génesis, es muy breve y deja muchas
inquietudes. Es una historia violenta, de envidia, celos, agresividad, enojo,
ira y sangre. En la literatura encontramos diversas posturas en relación con
esta historia, e incluso hay quienes culpan a Dios por mostrar abiertamente su
preferencia hacia uno de sus hijos (como es el caso del escritor José Saramago
y su “Caín”)
Desde
mi punto de vista este episodio tiene relación con una actitud del corazón y me
quedo con lo que dice el Libro de Hebreos: “Por la fe Abel ofreció a Dios más
excelente sacrificio que Caín, por lo cual alcanzó testimonio de que era justo,
dando Dios testimonio de sus ofrendas; y muerto, aun habla por ella.”
Rivalidades
y conflictos entre hermanos existen aun en nuestros días; es como una
escalada de violencia donde no hay ganadores ni perdedores.
Me
gusta el giro fantasioso, a modo de epílogo, que Jorge Luis Borges le ha dado e
esta historia. En algún sentido nos ayuda a reflexionar sobre el perdón:
La Leyenda
Jorge Luis Borges
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
Abel y Caín se encontraron después de la muerte de Abel. Caminaban por el desierto y se reconocieron desde lejos, porque los dos eran muy altos. Los hermanos se sentaron en la tierra, hicieron un fuego y comieron. Guardaban silencio, a la manera de la gente cansada cuando declina el día. En el cielo asomaba alguna estrella, que aún no había recibido su nombre. A la luz de las llamas, Caín advirtió en la frente de Abel la marca de la piedra y dejó caer el pan que estaba por llevarse a la boca y pidió que le fuera perdonado su crimen.
Abel contestó:
-¿Tú me has matado o yo te he matado? Ya no recuerdo; aquí estamos juntos como antes.
-Ahora sé que en verdad me has perdonado -dijo Caín-, porque olvidar es perdonar. Yo trataré también de olvidar.
Abel dijo despacio:
-Así es. Mientras dura el remordimiento dura la culpa.
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Hermanos
Para mi, la historia de Caín y Abel trae de regreso la inquietante
pregunta que Dios hizo a Caín:
"¿Donde está tu hermano?"
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