Gabriela Mistral
- fragmento -
“Y
allí, en el lugar preciso y previsto, al medio de bueyes, y vacas, y asnos
está la cosa más ligera y endeble de este mundo que es un Niñito, y hay un
viejo barbado tan débil como Él mismo, y una mujer flaca como ambos en cuanto a
“fémina”.
Celebramos
eso, un Nacimiento el más absurdo y menesteroso que se haya visto. La escena de
la noche 1948ava, de rara se pasa a grotesca: hay en aquel establo
el estiércol desparramado y el agua turbia, por servida, del abrevadero y
brillan aquí y allá unas copas llenas de incienso, mirra y oro. La túnica sucia
de José se roza con las mangazas de los Reyes y la pelambre de los animales.
Aquella parturienta madre recibe las congratulaciones con la dignidad de la
mejor reina judía, y el Niño suelta el llanto con más asombro que cualquier
otro, de estar sobre el suelo, de haber rodado y caído de veras y de sentir
esta costra dura y fea que mentamos Tierra.
Este
suceso disparatado a lo divino no lo entienden mucho las ciudades; los rurales
sí, y los vagabundos, en cuanto gente habituada al milagro que brota del
planeta o baja de los cielos, a lo más natural y a lo más sorprendente.
Los
Reyes ponen en el sucedido un contraste fenomenal que sólo salta de los
cuentos. Pero es que también parecerán fábula los treinta y tres años de
semejante encarnación.
Los
ovejeros, que duermen siempre con una oreja a la escucha, se despiertan al oir
la cascada de música que rueda alborotando al ganado: todo el campo sabe, menos
la ciudad dormida a pierna suelta, sorda como Jerusalén y las demás del mundo.
Los
Ángeles eran asunto familiar para el pueblo judío, llamado delirante a fuerza
de ver siempre la Tierra en entrevero de realidad y de sueño.
Todos
los que están allí, vistos a la luz de las estrellas, son gente morena, como
nosotros, y debió serlo hasta el recién nacido, a pesar de los cromos del
cristianismo a la inglesa, y tostado sería después, de vivir al sol de los
campos y caminar en pespunteo de aldea en aldea.
(Un
poco más allá de Palestina vive el romano blanco, y “sabido”, y dueño del
mundo. Pero el recién llegado asomaría en la Judea colonial, y mínima, y
paupérrima.)
Lo
sobrenatural que manda en esa noche tiene un reverso natural y los asistentes
aparecen asombrados pero sin miedo, y se azoran sin dar gritos. Todo en lo
Cristiano se moverá dentro de esta manera parecida a la de los lagos que
maravillan sin agitarnos.
…
Los
que están allí velando esperaban a Éste, cada uno a su modo y por eso creyeron
de golpe a los signos de la noche, a la estrella nueva, a los coros despeñados y
al “no se que” del Niño tiritador.
Hay
una gran docilidad en este grupo nocturno, un saber y obedecer inmediatos, sin
preguntar ni discutir, y en el aire delgado y la tierra gruesa ha debido haber
este mismo acuerdo de aceptar y sentirse encantados. Nuestra lengua llama tal cosa, con cierto
desdén, “milagrería”, pero hasta los laicismos suelen vivir por instantes tales “bodas
del cielo con la tierra”, según la expresión de Blake, y esto en cierto día o
cierta noche en que todo se permea de algún licor que no se probó con los
labios pero que se paladea con el alma.
…
Yo
creo, sin ningún sonrojo de vergüenza tonta, en que esta noche cruzan ángeles
por encima de la bola empedernida que habitamos, y creo que en aire y aguas hay
alguna turbación que sienten niños y animales, nosotros ya no, por sordos y
encallecidos y a lo menos dasatentos.”
24
de diciembre de 1948
Margaret Tarrant 1888 - 1959 |
Joanna Boyce 1831 - 1861 |
Edward Reginald Frampton 1870 - 1923 |
Annie Louisa Swynnerton 1844 - 1933 |
John Singleton Copley 1737 - 1815 |
Abbott Handerson Thayer 1849 - 1921 |
Gerard Van Honthorst 1590 - 1656 |
Sue Shanahan fuente |
Tercera Vela de Adviento
La Vela de Los Pastores
La tercera vela de Adviento representa
el gozo que motivó a los pastores a anunciar y a compartir lo que habían visto
y oído. Los pastores dejaron sus ovejas porque recibieron las noticias
y quisieron ir a ver y comprobar que el Niño había nacido.
Cuando ellos
retornaron hablaron y compartieron con otros estas buenas noticias.
Al encender
esta vela nosotros también hoy anunciamos que Cristo el Salvador ya nació.
Vintage card |
2 comentarios:
Hay una gran docilidad en este grupo nocturno, un saber y obedecer inmediatos, sin preguntar ni discutir, y en el aire delgado y la tierra gruesa ha debido haber este mismo acuerdo de aceptar y sentirse encantados. Nuestra lengua llama tal cosa, con cierto desdén, “milagrería”, pero hasta los laicismos suelen vivir por instantes tales “bodas del cielo con la tierra”...¡qué bonito!, de verdad, Clarissa, todo lo que nos dejas.
Gracias por tanta ternura y belleza. Tan vivido y ¡vivo!, sobre todo ¡vivo!.
MUchos besos, amiga.
Gracias Rosita, por tu visita y porque se que compartimos este "Recado de Navidad".
Espero que estos días sean de mucha alegría para ti junto a los tuyos.
Un gran abrazo, querida amiga
Publicar un comentario