Edmund Charles Tarbell 1862 - 1938 |
Marta y María
Gabriela Mistral
Al doctor Cruz Coke
Nacieron juntas, vivían juntas,
comían juntas Marta y María.
Cerraban las mismas puertas,
al mismo aljibe bebían,
el mismo soto las miraba,
y la misma luz las vestía.
comían juntas Marta y María.
Cerraban las mismas puertas,
al mismo aljibe bebían,
el mismo soto las miraba,
y la misma luz las vestía.
Sonaban las lozas de Marta,
borbolleaban sus marmitas.
El gallinero hervía en tórtolas,
en gallos rojos y ave-frías,
y, saliendo y entrando, Marta
en plumazos se perdía.
borbolleaban sus marmitas.
El gallinero hervía en tórtolas,
en gallos rojos y ave-frías,
y, saliendo y entrando, Marta
en plumazos se perdía.
Rasgaba el aire, gobernaba
alimentos y lencerías,
el lagar y las colmenas
y el minuto, la hora y el día...
alimentos y lencerías,
el lagar y las colmenas
y el minuto, la hora y el día...
Y a ella todo le voceaba
a grito herido por donde iba:
vajillas, puertas, cerrojos,
como a la oveja con esquila;
y a la otra se le callaban,
hilado llanto y Ave-Marías.
a grito herido por donde iba:
vajillas, puertas, cerrojos,
como a la oveja con esquila;
y a la otra se le callaban,
hilado llanto y Ave-Marías.
Mientras que en ángulos encalado,
sin alzar mano, aunque tejía,
María, en azul mayólica,
algo en el aire quieto hacía:
¿Qué era aquello que no se acababa,
ni era mudado ni le cundía?
sin alzar mano, aunque tejía,
María, en azul mayólica,
algo en el aire quieto hacía:
¿Qué era aquello que no se acababa,
ni era mudado ni le cundía?
Y un mediodía ojidorado,
cuando es que Marta rehacía
a diez manos la vieja Judea,
sin voz ni gesto pasó María.
cuando es que Marta rehacía
a diez manos la vieja Judea,
sin voz ni gesto pasó María.
Sólo se hizo más dejada,
sólo embebió sus mejillas,
y se quedó en santo y seña
de su espalda, en la cal fría,
un helecho tembloroso
una lenta estalactita,
y no más que un gran silencio
que rayo ni grito rompían.
sólo embebió sus mejillas,
y se quedó en santo y seña
de su espalda, en la cal fría,
un helecho tembloroso
una lenta estalactita,
y no más que un gran silencio
que rayo ni grito rompían.
Cuando Marta envejeció,
sosegaron horno y cocina;
la casa ganó su sueño,
quedó la escalera supina,
y en adormeciendo Marta,
y pasando de roja a salina,
fue a sentarse acurrucada
en el ángulo de María,
donde con pasmo y silencio
apenas su boca movía...
sosegaron horno y cocina;
la casa ganó su sueño,
quedó la escalera supina,
y en adormeciendo Marta,
y pasando de roja a salina,
fue a sentarse acurrucada
en el ángulo de María,
donde con pasmo y silencio
apenas su boca movía...
Hacia María pedía ir
y hacia ella se iba, se iba,
diciendo: "¡María!", sólo eso,
y volviendo a decir: "¡María!"
Y con tanto fervor llamaba
que, sin saberlo ella partía,
soltando la hebra del hábito
que su pecho no defendía.
Ya iba los aires subiendo,
ya "no era" y no lo sabía ...
y hacia ella se iba, se iba,
diciendo: "¡María!", sólo eso,
y volviendo a decir: "¡María!"
Y con tanto fervor llamaba
que, sin saberlo ella partía,
soltando la hebra del hábito
que su pecho no defendía.
Ya iba los aires subiendo,
ya "no era" y no lo sabía ...
Poema "Marta y María" de Gabriela Mistral ( 1889 - 1957)
incluido entre "Locas Mujeres" de su obra "Lagar"
publicado por primera vez en 1954
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4 comentarios:
Conocí a unas hermanas de mi abuela que hoy me has rescatado del recuerdo con este bello poema. Carmen y Concha, las quise tanto y fue tan triste ver partir a la primera que la que quedó se convirtió en una mitad ausente, sin ganas de vivir, sin alegría. Por eso cuando la enterramos sentí un extraño alivio, una mezcla de sosiego y esperanza.
Ahora estoy segura que donde estén, están juntitas, que Dios las tenga en su gloria, eran dos almas benditas.
Preciosas imágenes Clarissa, como siempre.
Un abrazo, querida amiga.
Que hermoso lo que cuentas Eva. Es conmovedor ese amor entre hermanas.
Te confieso que a mi el poema me fue llevando hacia un terreno más personal. Quizás porque lo veo en el contexto en que lo pone Gabriela: "Locas Mujeres", y está inspirado en el relato bíblico del Evangelio según San Lucas.
Estas hermanas, Marta y María, iguales pero diferentes, me hicieron pensar en lo que somos como mujeres. Yo creo que en cada una de nosotras habita esa dualidad complementaria; podemos ser muy reflexivas, soñadoras, serenas y hasta contemplativas, a la misma vez que cumplimos con los quehaceres del hogar, trabajando siempre, ocupándonos de mil cosas. Viviendo en esa permanente tensión, entre la calma y la actividad.
En otro sentido, muy diferente, el poema nos lleva desde la realidad concreta a un universo de ensoñación, donde finalmente:
ya “no era” y no lo sabía...
Un gran abrazo, querida amiga
Desconocía este poema de Gabriela Mistral. Me ha gustado, así como las imágenes.
¡Gracias!
Gracias Ars Vitae por tu visita.
Este poema es de la serie Locas Mujeres que son:
La abandonada
La ansiosa
La bailarina
La desasida
La dichosa
La fervorosa
La fugitiva
La granjera
Marta y María
Mujer de prisionero
La que camina
Una piadosa
Una mujer
La humillada
¿Qué tiene en común? Por qué le parecen Locas Mujeres?
Quizás sólo son seres humanos envueltos en tristezas, dolores, alegrías, logros y esperanzas; en los ojos de una de ellas.
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